Nuestras tribulaciones y las de Franska – Escalada al Pico de Artouste en el Valle de Larribet

 Viaje y armonía, la tarde nos recomienda que nos alimentemos de conversación y paciencia y descansemos bajo el techo de la furgoneta. Total,  para día largo el de mañana… Reencuentro y madrugón como el que pone en los «libros». Descubrimos a las ciegas de un frontal  un valle verde y húmedo, una artesa colgada e inundada por la fusión de esta primavera, mientras  pisamos más nieve de la que nos gustaría. Poco a poco la luz lo inunda todo, el naranja de la mañana acompaña a nuestra mirada hacia los perfiles más afilados, que esperamos con inquietud y duda…. Nos perdemos en la aproximación y  nos confundimos de página al acercarnos a la base de la pared en este libro de perfiles contrastados. Al final cruzamos una enésima rimaya, con cuidado y bajo el sol que asoma damos con el inicio de esta línea tan larga…Las Tribulaciones de Franska…

Largo a largo se suceden las mismas impresiones, un granito compacto y disfrutón, una escalada mantenida en el esfuerzo y en un paraje maravilloso, unos largos a ensamble y más de un resoplido a muchos metros del suelo. Como en un concierto, la cosa va a más y también nuestro  cansancio, que lo restregamos en la arista final… bajo el muro que «entodavia» nos queda por escalar. Iván se gana la cerveza  y yo la mochila,  con la que me cuesta superar los últimos esfuerzos. Arriba ya todo son sonrisas y satisfacción, todo es calma y paisajes a nuestro alrededor. Giramos como una peonza y sacamos nuestra delicadeza a pasear en el descenso, que se torna entretenido y resbaladizo hasta el reencuentro con el Refugio de Larribet, que permanece tranquilo como de madrugada… Corremos luego por las sendas, saltamos charcos y rododendros hasta que llegamos al fondo del valle….tal y como empezamos…agotados de satisfacción. Un placer de nuevo Iván….el mío!