Un, dos, tres, fuego!!!….Nos volvemos a escapar y serpentear entre las montañas de este Pirineo Occidental, oculto y salvaje. Volvemos a la carga con los participantes de los Camposde Trabajo que Sargantana organiza en el Valle de Canfranc, y una vez más, nos encargamos del diseño e infraestructura de la travesía. El objetivo es dar a conocer estos relieves, caminar, trepar, conocer y mirar al horizonte con una perspectiva apasionante, un primer contacto con la verticalidad, con el mundo alpino, la noche y la autonomía de un grupo esta vez más numeroso que ningún otro año.
Salimos de la Villa de Borau un Viernes, bajo un sol abrasador que hace que las primeras horas de la travesía sean costosas y algo desmotivadoras. A pesar de ello, el grupo responde , camina, sonríe y convive entre la poca sombra que el Cajicar nos ofrece. Más tarde, nos adentramos en un bosque primario, que nos abre la puerta a una noche mágica de luna y sensaciones, cenando y saboreando un techo de estrellas sobre una noche cálida y apetecible. Nos levantamos en el Cubilar de las vacas, despistados e inquietos desmontamos el campamento para escapar de la niebla, que se entrega para buscar el laberinto de bosque, mientras que sus árboles van desapareciendo al compás de nuestros pasos. Desde la punta Salerre a nuestra Madalena las miradas se comparten entre valle y valle. Canfranc, Aisa y Borau nos entregan su despliegue máximo de panorama alpino. Las montañas están amables, saludan y no se olvidan de las hormigas que hacen latir sus entrañas. Subimos a lo más alto, «onduleando» entre la curiosidad y el disfrute sincero…..el disfrute sencillo. La tarde es larga y los chefs italianos preparan su pasta al dente, que estaba para chuparse los dedos…. Estómagos calientes, aire gélido de la bruma francesa que tímida, parece no querer asomarse a nuestras montañas, escupiendo solo algunos de sus resaltes algodonosos. Mañana será un buen día, el pronóstico nos lo narra el cielo y vuestras ganas de seguir conociendo.
El último día, la mañana se nos presenta cálida y atrayente. Bien temprano emprendemos el paso de los más inquietos, queconjuntamente sudamos para la búsqueda de esa cumbre apetecible. Cambiamos prado por pedrera, pies por manos, y parsimonia por atención. Una fila de hormiguitas que enseguida tienenganas de llegar al final del «Libro»…. leer de sus encantos. Arriba tenemos la cumbre, un premio, una lágrima, una sonrisa, mucha complicidad y sobretodo un recuerdo de los que no se borra ni con el más rápido de los vistazos….
Un placer de nuevo, compartir montaña y pasión a vuestro lado.
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